El directivo promueve la visión a largo plazo.
El coercitivo brinda instrucciones para lograr resultados.
El participativo logra el compromiso a través del consenso.
El orientador ayuda a identificar fortalezas y debilidades.
El marca pautas pregona a través del ejemplo.
Para evitar encontronazos, los especialistas recomiendan considerar al jefe como si fuera un cliente y aprender a entenderse y a negociar. En la visión de Lucía Ferrada, socióloga especializada en recursos humanos. "Como ocurre en cualquier pareja, las relaciones laborales se construyen de a dos. Lo que implica que ambas partes tienen un grado de culpa dentro del conflicto", analiza. Pero cuando un vínculo se fractura, existe de todas maneras posibilidad de recomponerlo. "Es importante marcarle al dominador de la situación algo positivo, porque esto suele predisponerlo para mantener un diálogo cordial", sugiere Ferrada. Los expertos remarcan también que uno los desaciertos más habituales de las empresas es considerar que un buen profesional puede convertirse en un gran líder sin recibir la capacitación adecuada. Ejercer un buen liderazgo es, ante todo, generar un ámbito tolerante al error. Que los trabajadores no se sientan intimidados al tomar decisiones y que puedan sentarse a conversar libremente. Además, delegar tareas sin desentenderse, administrar los recursos y potenciar las capacidades individuales para alcanzar los objetivos globales.Tome nota y póngalo en práctica que, si es empleado la va a pasar mejor y, si es jefe, lo van a odiar menos.