Se llama Piroska, que significa "Caperucita roja", y es la ex esposa del argentino Mario Blejer. Aseguran que fue amante de Strauss-Kahn, titular del FMI, investigado por acoso sexual. Lo que faltaba en medio de la crisis.La cabeza de Dominique Strauss-Kahn se tambalea en lo alto del Fondo Monetario Internacional y no por el vendaval financiero sino por la aventura extramatrimonial que mantuvo con Piroska Nagy, economista del organismo y ex mujer del argentino Mario Blejer, otro FMI, ex presidente del Banco Central durante el gobierno de Eduardo Duhalde y funcionario del Banco de Inglaterra, destaca Susana Viau en una nota publicada en Crítica de la Argentina.
El escándalo estalló en el Wall Street Journal, pero estaba desde hace semanas en las murmuraciones del mundo financiero. En París, el lío no sorprendió: DSK es famoso por su enfermiza debilidad por las mujeres. El Fondo ha contratado un estudio prestigioso que determinará si su director-gerente incurrió en acoso sexual y abuso de poder respecto de una subordinada o si, en cambio, ésta se benefició con la historia amorosa. Los franceses, mientras tanto, se regocijan y conjeturan en los blogs que su representante puede perder el cargo que obtuvo un año atrás por lo que llaman “une affaire de cul” y también “une affaire de fesses” (un affaire de nalgas).
El bufete Morgan, Lewis & Bockius tiene hasta fin de mes para expedirse respecto del “ligue”del titular del FMI con la húngara que hasta hace poco tiempo se desempeñaba como economista senior del Departamento de África. La decisión de ahondar en la aventura la adoptó el representante de Egipto, Shakour Shaalan, el ejecutivo más antiguo y más anciano de la entidad, que simplemente comunicó que “ha habido una acusación acerca de un comportamiento personal impropio”. Strauss-Kahn explicó que cooperará y precisó que el “incidente”ocurrió en enero de 2008. Nunca, aseguró, “abusé de mi posición de director-gerente del FMI”.
Es público, sin embargo, que DSK inició el asedio epistolar a su colaboradora en septiembre de 2007. La plaza, es verdad, se rindió recién a principios de 2008, durante un viaje institucional. No está claro de qué modo los abundantes e-mails que los amantes intercambiaron en esos meses cayeron en manos del marido de Piroska, quien en julio, en tren de confidencias o de venganzas, se lo contó al representante de Rusia. Piroska ya no estaba en el FMI, había emigrado al Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD). Antecedentes no le faltaban: posgrados en macroeconomía y finanzas en las universidades de Budapest y George Washington, cinco años como investigadora del Banco Nacional de Hungría (1981-1986), economista del FMI (1986), docente y conferencista de la Universidad Hebrea (1996 –1999).
Imposible imaginar que a la rubia y agraciada Piroska, la de los sesudos informes sobre “La fusión del Estado ruso”, “El componente fiscal del primer esfuerzo ruso de estabilización” (editado por su marido y Teresa Ter-Minassian), “Albania, del aislamiento a la reforma” o “Inflación y políticas inflacionarias en Hungría”, le quedarían tiempo y ganas para meterse en semejante embrollo. DSK, por el contrario, llegó a Washington precedido por su fama: casi sesentón, casado con la periodista Anne Sinclair, padre de cuatro hijos de dos matrimonios anteriores, contrincante de Ségolène Royal en las internas del PS, ex ministro de Economía, angloparlante, hispanoparlante, germanoparlante, es casi, casi un adicto al sexo. Tanto que Juan Quatremer, corresponsal de Libération en Bruselas, escribió que Strauss-Kahn “es apretador, roza a veces el acoso. Un perfil conocido por los medios pero del que nadie habla (...) Después de Jacques Attali y sus gustos suntuosos que le costaron la presidencia del BERD, Francia no puede permitirse un nuevo escándalo”.
Piroska Nagy también calla. Se limitó a declarar que no fue acosada ni sacó partido del desliz amoroso. Piroska significa Caperucita Roja en magyar. Todos se preguntan dónde está el lobo.
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