El teatro El Círculo se prepara a dar el último paso en la transformación que comenzó a encarar hace dos décadas. El gran telón que cae sobre el escenario, obra del artista italiano Giuseppe Carmignani, será trasladado a Buenos Aires para proceder a su restauración, después de un siglo de uso ininterrumpido.
Guido Martínez Carbonell, presidente de la Asociación Cultural El Círculo y el hombre bajo cuya dirección se inició el proceso de cambio del emblemático teatro rosarino, exhibe su entusiasmo: "Es la cereza del postre. Cuando nosotros nos hicimos cargo de la sala, el techo se llovía". Poco a poco la situación comenzó a cambiar: a la reparación de techos y construcción de baños siguió la puesta en funcionamiento del sistema antiincendios. Pero el gran impulso lo dio el Congreso de la Lengua Española, en 2004, oportunidad en que se instaló el sistema de aire acondicionado central. Aunque una de las tareas más importantes había quedado pendiente: el imponente telón, que hace cien años se viene utilizando sin pausa, necesita con urgencia una reparación.
"Tiene 13 metros de ancho por 12 de alto –cuenta Martínez Carbonell– y está pintado sobre una tela adquirida en Bélgica mediante la técnica del temple (acuarela opaca). Son 13 paneles unidos entre sí y en algunos sitios, aunque de lejos no se nota, está muy deteriorado: la restauración es difícil".
La misión de devolverle la lozanía al telón estará en manos de un grupo de especialistas, el Taller Tarea, dependiente de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), que incluye desde fotógrafos a historiadores y bioquímicos. La duración de los trabajos está estimada en 20 meses y el costo será de 100 mil dólares, mitad de los cuales serán aportados por el teatro y otro 50 por ciento por la propia Unsam.
Para tener dimensión de las dificultades que implica la reparación, conviene saber que los restauradores han derribado un muro en su ámbito de trabajo con el único propósito de poder extender el telón.
Pero primero hay que transportarlo: este jueves, la obra será descolgada con delicadeza (cualquier error sería problemático, porque podría causar una fisura) y luego embalada e introducida en un gigantesco cilindro para llevarla a Buenos Aires en camión. Ya en el Taller Tarea, se le agregará un nuevo soporte y se procederá a su limpieza, la colocación de filamentos y la reposición de partes faltantes.
El normal funcionamiento del teatro no se verá afectado: se está trabajando en un telón sustituto.
Ya falta menos. En veinte meses más El Círculo terminará de recuperar el esplendor perdido y la ciudad se reencontrará así definitivamente con uno de sus más preciados símbolos.
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