Murió con las botas puestas. Newell’s se despidió de la lucha por el título, pero lo hizo con dignidad, con la frente en alto, dejando la vida en la cancha. El 3-3 final sólo se puede entender en el inmenso corazón que mostró la Lepra en la segunda parte. ¿O acaso luego del penal de Adrián González todo el mundo no creyó que el partido era cosa juzgada?
Encabezado por un Cristian Fabbiani colosal, el rojinegro superó sus propios errores, y también los de Pablo Lunati (de bochornosa labor), y logró un empate que tuvo tintes de heroico. De paso, le propinó un duro golpe a San Lorenzo.
Otra vez Newell’s arrancó dormido. Al igual que ante River y Banfield, al equipo de Gamboa le costó acomodarse en la cancha, y San Lorenzo no desaprovechó la oferta. En quince minutos, el Ciclón se puso 2-0 arriba, con un oportuno Barrientos, quien encontró poca oposición en Peratta.
A poco de empezar, la noche se hizo más oscura. Con el 2-0 a favor, la visita se acomodó cerca de su arco y le cedió la pelota a Newell’s. Todo un problema para un equipo que mostraba pocas ideas. Sólo el empuje y el oficio de Fabbiani permitió que el partido siguiera con vida. Y con un corazón tan grande, todo es posible.
La luz de esperanza apareció a los 12 minutos del complemento. Cansado de los polémicos, y muchas veces perjudiciales fallos de Lunati, Fabbiani recibió la pelota fuera del área grande, se desembarazó de Aguirre y Bianchi, y sacó un derechazo fortísimo que hizo inútil la estirada de Orión.
El empate empezó a tomar color. Más aún cuando Juan Manuel Torres vio la roja. Pero Lunati sacó de la galera un penal inexistente para que el Ciclón volviera a sacar una luz de ventaja (3-1).
¿Final de la historia? No. El Ogro no se resignó. En una pierna siguió complicando a la defensa azulgrana. Y a partir de su empuje todo Newell’s creyó en la hazaña.
Descontó Vangioni luego de dos cabezazos de Fabbiani y el empate llegó luego de otra corajeada del Ogro que terminó empujando a la red Diego Torres. Final heroico. La lucha por el título quedó atrás, pero Newell’s se despidió de pie. No hay lugar para los reproches.El Ciudadano.net
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